Sobre la puntuación en los diálogos (ensayo) ©


Alguien, alguna vez, me preguntó cómo se debían presentar los diálogos en un cuento: era un alumno que escribía muy bien y tenía ganas, justamente, de presentar un trabajo suyo en un certamen literario local. Recuerdo que en aquel momento le indiqué dos estilos, los dos tradicionales: directo e indirecto; pero la verdad es que hay por lo menos tres maneras más y cada una de ellas responde a necesidades expresivas y estilísticas bien diferenciadas.
En primer lugar, podemos incluir el diálogo en el cuerpo del relato sin puntuación que lo diferencie de lo que no lo es. Este modo, a simple vista, no parece nada correcto y esto suele ser cierto, salvo que el efecto sea el de buscar la introspección en lo que se denomina monólogo interior (un estilo bastante complejo por su fraccionamiento, alteraciones de humor, disparidad de criterios, inclusiones de textos externos, desorganización y demás, que son propios del discurrir del razonamiento) acentuando la confusión de ideas del personaje, ya que lo que se busca es revelar sus pensamientos  a un nivel pre-discursivo (esto es, antes de que sean verbalizados) de modo tal que no parezcan estar controlados por el autor y mostrando al lector su intimidad más cruda. Este estilo floreció en el resurgimiento de la novela del siglo XX y fue cultivado con maestría por Joyce en su Ulises.  

Secreto develado

Reseña de la nueva novela:
El Reloj de Péndulo se Detuvo a Medianoche
"El reloj del destino" © 

Cuando una búsqueda termina, nada vuelve a ser lo que era: la percepción del mundo cambia al punto de que si no crecemos, nos enloquece. Ya no somos capaces de regresar a la pasividad anterior y nos empeñamos en nunca más quedarnos quietos. 
“El Reloj de Péndulo..." es una novela en la que los personajes deben decidir qué harán con los secretos que el universo les ha revelado y aceptar su propia evolución y sacrificio para, finalmente, decidirse a ver el cosmos con ojos nuevos. 

Cuando un viejo compañero de estudios muere, Julián Sinclair hereda un antiguo reloj de péndulo por lo que decide trasladarse de la ciudad en la que enseña historia desde hace años, Bariloche, a la mágica ciudad de La Plata donde se ha formado; junto con su compañero de aventuras Pedro Nampëlkan, descubrirá que la realidad ha sido alterada y que la única forma de recomponerla es que Pedro realice el sacrificio que prometió tiempo atrás en la salamanca patagónica[1] aunque ello implique una muerte: la de Ángeles, la mujer a quien ama sin siquiera saber de su existencia. 

La magia, finalmente, lo ha invadido todo... ¿serán capaces de aceptarla? La confluencia de sus estirpes, celta y mapuche, será determinante en la visión del universo que, finalmente, decidan tener. 





[1] En la primera aventura de la saga: De Joyas y Guerreros.


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